Cuando Frank Adler (Chris Evans) recibió la visita de su hermana, nunca sospechó que su vida cambiaría para siempre. 6 años después, la película comienza, y Frank ha tenido que criar a su sobrina Mary Adler (Mckeena Grace), lo cual, por si solo representaría en teoría una tarea bastante compleja, pero si a esto le sumamos el hecho de que Mary es un genio de las matemáticas, entonces ahora sí tenemos una película, o eso pensó al menos el director (Marc Webb), quien junto al escritor (Tom Flynn) construyó un drama de 101 minutos bastantes dignos del valor de la entrada de tu cine favorito.
Y es que las cosas se tornan interesantes cuando el espectador comienza a ver la capacidad matemática de Mary, sumado al descubrimiento de que no es casualidad alguna, pues de acuerdo a la historia, su madre resultaba ser una destacada matemática que dedicó casi la totalidad de su vida a resolver un problema de gran trascendencia.
Pero entonces ¿cuál es el problema? El problema reside (y sin spoilear mucho) en la vida que los seres queridos de Mary desean para ella. Por un lado tenemos a Frank, su tío que la crió por 6 años, que no desea más para ella, que una vida feliz, normal, en donde su gran capacidad intelectual no se convierte en un obstáculo social para la niña, sino en una donde logra dejar eso de lado para poder establecer relaciones sociales y afectivas cotidianas.
Pero por otro lado tenemos a su abuela, Evelyn Adler (Lindsay Duncan), madre de Frank y de la madre de Mary, quien por supuesto, al descubrir el potencial de la niña, decide tomar riendas de su vida.
Podría sonar un poco complejo, pero el ritmo de la película es bastante adecuado, y logra dar una sensación bastante ligera, no hay que pensar mucho para seguirle el paso a la historia, y en momentos hasta logra sentirse bastante familiar, como si se tratará de una historia que hemos visto en el cine múltiples veces, con distintos variantes.
Las actuaciones son decentes, y quizá la única que en realidad destaque sea la de Mckenna Grace, quien sin lugar a dudas logra ser el centro de atención todo el tiempo, ella y su gato tuerto Fred, por supuesto.
A menos de que disgusten en lo absoluto de los dramas, es una película bastante entretenido, que si bien es verdad no logra en constituir alguna relevancia o trascendencia importante ni siquiera en conversaciones entre amigos, funge como una distracción bastante válida.
La única queja con la ejecución del filme quizá sería el final, pues (sin spoilers) no logra sentirse como un cierre propio, deja un sentido de vacío y prisa por llegar a los créditos finales sin haber entregado una conclusión completa al final.