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Sean (Robert Sheehan) y Derek (Carlito Olivero) han desarrollado una técnica para robar las casas de los clientes de un restaurante mientras ellos disfrutan de su cena, pero una noche Sean encuentra algo inesperado en una de las casas, y la culpa lo obliga a enfrascarse en una misión suicida para rescatar a Katie (Kerry Condon), una chava secuestrada.
La película sin lugar a dudas logra estresar al espectador, y hasta asustarlo en ciertos momentos inesperados durante la trama, y aunque la narrativa cuenta con múltiples agujeros que quedan sin resolver, consigue llegar a un desenlace satisfactorio.
Si les gusta estresarse un poco y sentir la adrenalina esta es una muy buena película que no deberían perderse.